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jueves, 17 de enero de 2019

La Batalla de Miraflores

“El mando y señorío es de aquellos que vencieron la batalla.”. Jenofonte.
(SEXTA PARTE)

[…]
Estos momentos de depresión espiritual, nos había aniquilado completamente; todos llevábamos como una constante visión, entre otros, el episodio del capitán Asanza, quien, herido en un brazo, apenas fue vendado, con la izquierda empuñó su espada, alentando a sus soldados a seguir en la lucha. El del teniente Valega, quien, herido desde los primeros momentos de la refriega, se negó a abandonar el campo de lucha, hasta el momento en que perdió el conocimiento, como consecuencia de la fuerte hemorragia que le sobrevino.

Nos parecía que los fallecidos Patrón, Hurtado y Aza, Barrios, Higginson, Genaro V. Cobián, mi hermano materno, Suárez, Becker, Eslava y otros, seguían con nosotros, la marcha en retirada; les sentíamos cerca de nosotros.
Cañón Dahlgren que estuvo en la batalla de Miraflores y volado después por la caballería chilena. Encontrado en una construcción en Miraflores en el 2009, fue restaurado por la Brigada Naval y actualmente se exhibe en el parque Reducto.

Ya en Lima, el 16 de enero, con los restos del Guarnición de Marina, recibimos orden de marchar en refuerzo de la “Ciudadela Piérola”, a órdenes del Dr. Fernando Palacios, que la mandaba. Habíamos casi recién iniciado el desfile hacia nuestra nueva posición, cuando una contra orden nos hacía regresar al cuartel, en el convento de La Merced, con el mandato expreso de que se nos desarmara y licenciara.
Subteniente Domingo Gamio cuando desempeñaba el consulado de Perú en Amberes.

No me es posible señor redactor, nos dijo el señor Layseca, el describir la situación del momento aquel. Los mismos momentos del rudo combate durante los cuales vi caer a mis más queridos compañeros y entre ellos, mi hermano, si me produjeron una sensación de pesar infinito, no fue tanto como el que experimenté cuando, uno a uno, nos quitaban nuestras espadas, nuestros fusiles, las mismas armas con las que habíamos defendido, siquiera por horas, la dignidad nacional, nuestro terruño bien querido. Con las lágrimas en los ojos, veíamos como nuestro armamento era amontonado en un rincón del cuartel. Cada prenda de combate que nos arrebataban, era como un trozo del corazón que nos lo robaran en un momento de injusticia, que era duro para nosotros el soportarlo. No podría ser yo, en palabras, reconstruir aquel momento. Estas son cosas que se siente muy dentro del corazón y que es imposible traducirlas.
Subteniente Genaro V. Cobián muerto en la Batalla de Miraflores

Recuerdo que entre los que salimos vivos del campo de batalla se contaban al mayor Sarrio, el mayor Hernández, el mayor graduado Mariano Bustamante, el teniente López Hurtado, el subteniente Nicanor Leguía, hermano del actual Presidente de la República y único oficial que sobrevivió del grupo de su compañía; el subteniente Pedro E. Muñiz y Guillermo Freundt, de todos los cuales, sólo sobrevivimos hasta la fecha (y que sea por muchos años señor Layseca), el teniente Federico Valega, hoy teniente coronel, don Domingo Gamio, que no siguió la carrera militar, y el que habla, actualmente teniente coronel.

El mayor de los oficiales subalternos tendría escasamente 20 años; así y todo, por espacio de cinco meses, soportamos en el Callao, el intermitente cañoneo de los buques chilenos, que tenían dominado el indefenso puerto del Callao.
Teniente coronel Manuel Layseca

Del comportamiento del batallón Guarnición de Marina, durante la acción de armas que he relatado someramente, puede dar fe el que fuera sargento Augusto B. Leguía, hoy Presidente de la República, que desde el reducto que peleara, que estaba colindante con nuestra posición, observaría en detalle, el comportamiento valeroso de todos los que, desde la trinchera improvisada en Armendáriz, luchábamos con toda decisión” (8).

Notas:
(1) Enrique Flórez, “Ciudadanos en Armas. El Ejército de Reserva de Lima en la Guerra del Pacífico”, Tesis para optar el título de Licenciado, pp. 140; 158
(2) Periódico “La Tribuna”, 23 de enero de 1884. Parte anotado y documentado del Estado Mayor General al Dictador, sobre las batallas del 13 y 15 de enero de 1881.
(3) Jorge Ortiz Sotelo, “Apuntes sobre la batalla de Miraflores”, p. 103. Parte oficial del general Pedro Silva.
(4) Rudolph de Lisle, “The Royal Navy & the Peruvian-Chilean War 1879-1881”, pp. 151-152.
(5) Periódico “La Actualidad”, 4 de febrero de 1881.
(6) Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. P.R.O. “Further Correspondence respecting the conduct of war against Peru by Chile. 1879-81”, pp. 35-38, oficio de St. John al conde Granville del 22 de enero de 1881.
(7) Pascual Ahumada Moreno, “Guerra del Pacífico, recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referente a la guerra que han dado a la luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia”, tomo IV, p. 479.
(8) Periódico “La Crónica”, 15 de enero de 1928.

Leer Primera Parte: Recopilación del artículo “La Batalla de Miraflores”.


Fuente:
mundifrases.com / Nota informativa
voltairenet.org / Red Voltaire
Imágenes: voltairenet.org

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