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viernes, 18 de enero de 2019

Homenaje al Natalicio de José María Arguedas Altamirano

“... Cuando nosotros lo decidamos podemos hacer un túnel que atraviese estos cerros y llegue hasta la orilla del mar; lo podemos hacer, para eso tenemos fuerzas suficientes". Yo fui testigo de estos acontecimientos. Todo este mundo fue mi mundo.
(QUINTA PARTE)

[...]
Pero tuve también la fortuna de participar en la vida de la capital de provincia que es Puquio, una formidable comunidad de indios con muchas tierras, que nunca dejaron que los señores abusaran de ellos. El mal trato tenía un límite, si los señores pasaban ese límite podrían recibir y recibieron una buena respuesta de los cuatro ayllus de la comunidad de Puquio. En San Juan de Lucanas, donde vivieron estos señores cuya crueldad nunca agradeceré lo suficiente, aprendí el amor y el odio; en Puquio, viendo trabajar en faena a los comuneros de los cuatro ayllus, asistiendo a sus cabildos, sentí la incontenible, la infinita fuerza de las comunidades de indios, esos indios que hicieron en veintiocho días ciento cincuenta kilómetros de carretera que trazó el cura del pueblo. Cuando entregaron el primer camión al Alcalde, le dijeron: "Ahí tiene usted, señor, el camión, parece que la fuerza le viene de las muchas ventosidades que lanza, ahí lo tiene, a ustedes los va a beneficiar más que a nosotros"; mentira, se beneficiaron mucho más los indios, porque el carnero que costaba cincuenta centavos, después costó cinco soles, luego diez, luego cincuenta y los indios se enriquecieron a tal punto que alcanzaron un nivel de vida y una independencia económica tan fuerte que se volvieron insolentes y la mayoría de los señores de Puquio se fueron a Lima, porque no pudieron resistir más la arrogancia de estos comuneros. Pero el Varayoc o Alcalde de Chaupi, al momento de hacer la entrega del camión, les dijo al Subprefecto y al Alcalde: "En veintiocho días hemos hecho esa carretera, señores, pero eso no es nada; cuando nosotros lo decidamos podemos hacer un túnel que atraviese estos cerros y llegue hasta la orilla del mar; lo podemos hacer, para eso tenemos fuerzas suficientes". Yo fui testigo de estos acontecimientos. Todo este mundo fue mi mundo.

Fuente de la Imagen: Sociología de la literatura.

Luego empecé a recorrer el Perú por todas partes, llegué a Arequipa en 1924 y fui honorable huésped de la Casa Rosada. De aquí fui al Cusco, del Cusco a Abancay, de Abancay a Chalhuanca, de Chalhuanca luego a Puquio, a Coracora, a Yauyos, a Pampas, a Huancayo, a una cantidad de pueblos y tuve la fortuna de hacer un viaje a caballo del Cusco hasta Ica: catorce días de jornada.

Ingresé y nunca fui tratado como serrano en San Marcos. En donde sí me trataron como serrano y con mano dura fue en el Colegio "San Luis Gonzaga" de Ica, pero yo también los traté con mano dura. El secretario del Colegio, que se apellidaba Bolívar, me dijo cuando vio mi libreta con veintes: "¡estos serranitos!, siempre les ponen veintes en las libretas porque recitan un versito cualquiera: aquí lo voy a ver sacar veintes". Me vio y batí el récord de los veintes en toda la historia de "San Luis Gonzaga", porque era una responsabilidad del serrano hacerlo y lo hice.

En Lima, no he sido un defensor de los serranos, he sido un defensor de los costeños, porque los costeños y especialmente los escritores de mi generación me trataron, diré honradamente, con una cordialidad tan auténtica y hasta con cierto respeto. El primer amigo que tuve fue Luis Felipe Alarco, que pertenece a la aristocracia de Lima. Me asusté cuando entré a su casa con los muebles, los salones, los espejos y los muchos cubiertos que me pusieron en la mesa, que yo no sabía manejar bien. Pero ahí estaba Luis Felipe mirándome con un afecto que casi era proporcionalmente tan bueno como el de los sirvientes, concertados y lacayos de mi madrastra, que en paz descanse. Después fui amigo de gentes que ahora son importantes, de Carlos Cueto, de Emilio Westphalen, de Luis Fabio Xammar; no tuve la fortuna de conocer a Ciro, porque lo habían largado: era demasiado peligroso para vivir en el Perú. [Continúa...]



Video: Confesiones de José María Arguedas.


Fuente:
Redacción La Mula.pe

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