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miércoles, 26 de septiembre de 2018

Lo que nunca se habló del encuentro en Cajamarca entre Francisco Pizarro y Atawallpa.

CARTA: Francisco Pizarro consiguió la victoria envenenando cobardemente a Atahualpa
(SEGUNDA PARTE)

Un interesante artículo que, a la  par de un post recientemente publicado, que lleva por título “Francisco Pizarro envenenó a los jefes incas, según un pergamino encontrado en Italia.”;  salta a la vista estas nuevas recopilaciones que con anterioridad ya se habían publicado y pone en evidencia los más bárbaros actos de genocidio cometidos por la empresa saqueadora de Pizarro y compañía; estos testimonios de cronistas españoles arrepentidos, seguramente cansados y con el remordimiento de haber visto tanta crueldad, desearon enmendarse, escribiendo y denunciando lo que realmente se vivió, las que en el tiempo del genocidio fueron muy bien ocultados por los “conquistadores” al extremo de también aniquilar a quienes develasen sus más oscuros y cobardes pactos. Queda en evidencia que a cualquier precio fueron capaces de llegar al extremo de casi exterminar a la humanidad de este nuevo continente, pero no en honorable batalla cuerpo a cuerpo; sino más bien valiéndose de argucias genocidas, con tal de saquear toda la riqueza del Tawantinsuyu; de ello hay muchos relatos, crónicas y que a la fecha todavía son considerados verdades a medias o sencillamente falsos testimonios, y que nuestra verdadera historia es simplemente una falsa historia maquillada, para seguramente dejar limpia la imagen de la España y sus monarcas invasores, que en aquellos tiempos no hicieron nada para detener tal barbarie cometida por sus súbditos o simplemente, estos monarcas, también sucumbieron enceguecidos por la ambición y quedaba sencillamente, aniquilar como a simples animales a tan sabia nación, hijos del sol, conquistadores de los más difíciles y agrestes andes.
Haciendo un pequeño esfuerzo, les dejo este artículo recopilado de los diferentes medios digitales (Internet); esperamos que esto contribuya y sirva para saber la verdadera historia de la conquista o al menos dudar de la falsa historia que hasta hoy se nos ha impuesto.  

Escrito por: Juan Carlos Machicado (Guía Oficial de Turismo)
Debo agradecer el desprendimiento de mi colega Jorge Azpilcueta Godoy, quien me alcanzó un artículo titulado “Envenenamiento en Cajamarca”, el cual merece ser difundido como una reflexión de lo mal que puede muchas veces estar contada nuestra historia oficial, la que debe ser re-evaluada para la enseñanza de nuestra historia en los colegios que por ende atañe a la parte afectiva que desarrollamos de nosotros mismos y a la valoración que le damos a nuestra cultura.

Es un documento que está firmado por Francisco de Chaves y sepulta en la ignominia a Francisco Pizarro. Esta carta fue presentada al mundo en 1998 por Laura Laurencich-Minelli, doctora en antropología y prehistoria por la Universidad de Bologna, profesora principal de civilizaciones precolombinas y directora del Corpus Precolombioanum Itálico, es decir, el conjunto de los documentos americanos que forman parte de los archivos de Italia.

El escrito, firmado por el conquistador Francisco de Chaves, cuya existencia ha sido comprobada a pesar de todos los esfuerzos que los “hispanistas ortodoxos”  han hecho para hacerla inverosímil, cambiaría por completo, la visión que se tiene del enfrentamiento bélico en Cajamarca y de la rendición de Atawalpa y de sus huestes. Este texto describe la espantosa trampa que Pizarro utilizó para facilitar su éxito: “el envenenamiento” con vino emponzoñado del Estado Mayor del Inka.
Imagen tomada de: listastareas.blogspot.com
La publicación de este mensaje dirigido al rey Carlos V el 5 de agosto de 1533 formó parte, durante muchos años, de una herencia documental en manos de la señorita Clara Miccinelli (de allí el nombre de Los Documentos Miccinelli) y procedían, originalmente, de un italiano que fue rey de España de 1870 a 1873: Amedeo I de Saboya. La difusión de este texto encendió la pradera académica que hasta hoy hay quienes, como el historiador Teodoro Hampe, que lo consideran una invención. Lo cierto es que la misiva fue sometida a las pruebas científicas exigidas convencionalmente y el resultado es que correspondía a la época de su datación. A su favor también hay que indicar las múltiples pruebas que existen de la represión que Pizarro ejerció, al comienzo de la conquista, para impedir la publicación de los documentos que pudiesen empañar el tono de gesta de lo sucedido en Cajamarca. Las líneas que siguen son un resumen y una transcripción modernizante de la carta original de Francisco de Chaves escribiéndole al rey. Carta del licenciado Boan al Conde de Lemos (1610). Archivio di Stato di Napoli Segreteria dei Viceré Scritture Diverse, n.3.  La versión que hemos elegido es la de José Santillán Salazar contenida en su libro “Blas Várela y la historia de la infamia”.
Imagen referencial tomada de: wwwcaminorealviloban.blogspot.com
“Su Majestad. Yo Francisco de Chaves, leal súbdito de su Majestad, natural de Trujillo, descendiente de la estirpe de los Chaves, siempre al servicio de la Corona, como uno de los conquistadores de este reino del Perú, humilde servidor, escribo a su Majestad, dándole cuenta de todo lo sucedido en esta tierra. Fui compañero de armas de mi coterráneo, el gobernador Francisco Pizarro.  Partimos de Panamá en la misma nave, el 27 de diciembre de 1530, con el objetivo de conquistar este reino del Perú. Hay muchas versiones sobre la captura del rey de esta tierra (Atawalpa), pero yo la escribo tal como fueron los hechos en Cajamarca, en honor a la verdad, respeto y lealtad que se merece la honorable autoridad de la Corona de España. Nosotros venimos en el navío Santa Catalina, piloteado por Bartolomé Ruiz. Entre los tripulantes estaban los religiosos: Vicente Valverde de la orden de Santo Domingo, los frailes Juan de Yepes y Reginaldo de Pedraza. Durante el viaje, don Francisco Pizarro y los tres religiosos platicaban mucho. Don Francisco les contaba que a los indios les deleita el vino por ser de uva y de diferente sabor que el licor que bebían, y que gracias al vino se ganaba muchos amigos entre los indios y que también le utilizaba con astucia para vencer a una muchedumbre de enemigos feroces y bien armados. Como entenderá su Majestad, así se fue tramando la estrategia para la animosa empresa. De la malévola decisión tomaron parte los padres alejados de la ley de Dios. Yo vi, en uno de los ángulos de la nave, cuatro odres de vino en cuyo sobre decía “Vino del capitán”. Francisco Pizarro y los religiosos hicieron un pacto secreto: juraron repartirse la gloria y la riqueza y no traicionarse jamás. No obstante, después, el fraile Reginaldo Pedraza decidió separarse, regresó a Panamá con una bolsa de piedras verdes. Nosotros, caminando por la Sierra de este reino, tuvimos que sobreponernos a las fatigas y penurias: cruzamos pueblos, ríos y montañas. Inesperadamente tuvimos la noticia de que estábamos próximos a la corte del Inca que viajaba orgulloso de su triunfo. En Cajamarca, por orden de Francisco Pizarro, el intérprete Felipillo sirvió dos copas del vino bueno a Atahualpa. Debo acotar que el tal Felipillo era del pueblo de los Chimores y hacía cinco años que estaba al servicio de Pizarro. Cuando estaba frente al Inca manifestaba cierto temor y reverencia. Con humildes palabras le traducía lo que le decían nuestros dirigentes. Cuando Pizarro creyó que había llegado el momento oportuno ordenó a Felipillo traer el vino envenenado de los frailes. Pizarro cifraba toda su esperanza que el artero ardid funcionara, porque estábamos al frente de un numeroso ejército. PIZARRO ORDENÓ A FELIPILLO TRAER EL VINO ENVENENADO DE LOS FRAILES. CIFRABA TODA SU ESPERANZA EN EL ARTERO ARDID. Con palabras persuasivas de paz y amistad sirvió el Felipillo el vino envenenado a los capitanes y consejeros del ejército inca. Pronto la bebida letal surtió efecto y el ejército, al ver morir a sus jefes, se vio sorprendido y desconcertado. Fue el momento propicio para el ataque con la caballería y las armas de fuego. Esta es la verdad y no lo que dijo después Pizarro que la gloriosa victoria se debió al auxilio del apóstol Santiago o a la Providencia. Es un delirio que un oficial lleve este engaño a su Majestad, Pizarro prefirió el fraude desde el principio antes de optar por luchar con honor y bravura. Mis padres valerosos y orgullosos decían: “Más vale perder el hombre que el buen nombre”. El mortífero veneno dio el triunfo al Gobernador. Fue una ingloriosa victoria que nunca hasta entonces ha tenido un conquistador en el mundo.’ La codicia por todo el oro del mundo no puede jamás perder el juicio de un caudillo para hacer lo que se ha hecho, tremenda injuria al rey vencido. Aunque pagano, pero rey por nacimiento y por derecho. Sepa usted que al rey Atahualpa lo metieron en una celda cerrada y lo vigilaban cuatro hombres y no le dieron libertad, a pesar de que manifestó que tenía la voluntad de visitar y rendir homenaje a su Majestad. Quizá Pizarro temió que la verdad saliera a luz. Este riquísimo reino debe formar parte de sus dominios, Majestad, y no de don Francisco Pizarro y su tesorero Alonso de Riquelme. No obstante que el prisionero cumplió con su palabra para recuperar su libertad, le procesaron por traidor y rebelde. Sin que haya hecho daño alguno, Atahualpa murió agarrotado el 26 de julio del presente año. El hecho causó escándalo y alboroto porque muchos no estaban de acuerdo con la ejecución, incluso los hermanos y amigos de don Francisco Pizarro. Sin embargo, es lamentable la complicidad de los padres dominicos. Su majestad juzgará la gravedad de los hechos. Sé que Francisco Pizarro por medio de su secretario ha relatado falsamente todo lo que ha ocurrido en esta tierra. Para fundamentar la toma de decisión de eliminar al Inca, seguro que dijeron que el prisionero tramaba contra nosotros el ataque de un gran ejército venido desde el Cuzco. La verdad que no liemos visto ni grandes ejércitos ni pequeñas guarniciones. El prisionero estuvo bien resguardado noche y día y no había ningún peligro que nos acechara… Me parece que no hay forma de honrar a España haciendo fechorías. Mis abuelos me enseñaron que con hechos fuera de la regla y perfidia no se logra gloriosas victorias. Fui un compañero obediente y leal del Capitán. Luché a su lado en toda la campaña de la conquista de estas tierras: desde Tumbes hasta Tangarará, San Miguel, Motupe hasta Saña. La ardua brega duró siete meses. Llegamos a la provincia de Cajamarca. Nuestro ejército estuvo conformado por 177 hombres con lanzas, picas y espadas. De los cuales había 67 soldados a caballo, y entre los 110 soldados de a pie, había tres arcabuceros, siete escopeteros y veinte ballesteros. Fue un sábado 15 de noviembre de 1532. El Inca reposaba en las aguas termales que se encuentra a dos leguas de Cajamarca. El Capitán al ver a la multitud de indios, puso en alerta a su artillería con dos culebrinas de ocho a diez pies de largo Muy tensos esperamos al enemigo. Yo estaba al lado de Pizarro. [...] Continúa…

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